Tardó varias décadas en comprender que sólo los inocentes podían verla. Fueron décadas de llanto y rabia, de tristeza y abandono y volverse a levantar.
Hoy la mujer invisible permanece entre la agitada multitud sin pretender llamar su atención ya. Y cuando alguien le sonrié, devuelve una amplia sonrisa, sabiendo que se trata de un inocente.
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