Había una vez un
concurso de artículos sobre la mujer, con un jurado y un fallo. Había en ese concurso varias categorías, siendo una de ellas la de "
Mejor Artículo sobre la Mujer de autoría femenina". En ese concurso y en esa categoría ganó, casualmente,
un artículo que no habla justamente de las bondades de las mujeres, sino de la
paranoica lucha de éstas por la igualdad, una lucha en la que hemos perdido el centro, parece ser. Nos estamos emparanoiando porque creemos que: " si nos piden un calzón, nos están diciendo siervas, lavanderas, esclavas, lacayas." ( digo yo ¿por qué no se coge él solito el calzón, o por qué no les pedimos nosotras unas bragas con la misma naturalidad?).
Por supuesto que el magnífico artículo que tan patente deja lo paranoico de la lucha por la igualdad no menciona ni la discriminación laboral (hasta un 35% de sueldo menos, invisibilidad, imposibilidad de ascenso a partir de cierto punto, etc y etc elevado al cuadrado), ni la aún omnipresente doble jornada que a las mujeres les toca realizar (una dentro y otra fuera de casa). O tal vez sí lo menciona, cuando nos señala que podemos tenerlo todo, podemos tener el ascenso y un costurero... (aquí voy a intentar mantener mi serenidad habitual, porque parece dicho de coña).
Concluye nuestra representante femenina en el concurso con la idea de que buscar la igualdad no hace más que realzar la diferencia y que la igualdad llegará cuando nos comportemos cómo iguales (cariño, te lo digo de primera mano, si te comportas como una igual, te quedas fuera de la sociedad, de verdad, pruebalo y luego me cuentas). Yo diría que la igualdad es cosa de todos, que si no se nos trata cómo iguales, por mucho que nos comportemos cómo tales, no hacemos nada: si por cada cosa hay que reivindicar, tendremos que seguir gastando el doble de energía; sí, yo seré todo lo valiente que quiera asumiendo el coste de comportarme como una igual, pero mientras mi jefe no me pague el mismo sueldo que a mi compañero masculino, no voy a tener igualdad de oportunidades con él; etc, etc, etc elevado al cuadrado de nuevo.
Me duele. Me duele que sigamos siendo nosotras mismas las que criticamos la lucha por la igualdad. Me duele que cuando hay un concurso de artículos sobre la mujer, en lo que a representación femenina se refiere gane el que devalua algo tan importante como la lucha por la igualdad. Me duele y me duele. Yo quisiera dejar ya esta lucha, pero sucesos cómo éste me dicen que hay que continuar.