Su rostro ya no se parece al de antaño ni al rostro que había soñado tener, más bien parece dibujado por las heridas guardadas a lo largo de los años: un ojo triste, el otro suspicaz.
Aún así guarda las mil sonrisas, las de antes de cada herida.
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Parando los pies (cuentos)
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Si bien no era usual que las personas tradicionalmente inferiores llegaran demasiado lejos, siempre había alguna excepción. Se hacía necesario entoces tomar medidas y pararles los pies, o al menos acortárselos para así demorar su llegada.
De ahí que las tijeras de podar hubieran perdido por completo la memoria de su función original (...de ahí también que al médico de los pies le llamaran podólogo).
El juego de los pequeños dioses (cuentos)
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El presidente (cuentos)
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