No hacía falta medirlo más, eran dos pasos todo lo que se podían alejar el uno del otro desde hace años. Dos pasos. Uno por cabeza, o los dos para quien se sintiera más harto. Se turnaban para darlos cuando la cosa venía así.
Dos pasos, esa era toda la holgura que permitía la gruesa cadena de favores que les mantenía amarrados por el cuello, el uno junto al otro.
¡Puf! Pobrecillos.. Porque los favores que hay que devolver son los que más atan, precisamente porque no son favores sino condenas... ;))
ResponderEliminarFelisss finde
Qué angustia compañera, los favores encadenan al que los da más que al que los recibe, menos mal que tengo mala memoria a propósito para estas cosas. Lo encadenan porque piensa que es más que el otro...algo así como tener el guapo subido eternamente....uff...
ResponderEliminarAsí es, Lusss. Imagina toda tu vida a dos pasos de alguien sin poder alejarte... uf...
ResponderEliminarFelisss finde a ti también.
Rosana, buen apunte, el de que uno se cree que es más por hacer un favor. Terrible condena sí, estar con ese complejo de superioridad siempre a cuestas.
Esto tiene pinta de acabar muy mal. ¿Me harás el favor de buscar un final feliz para esta historia?.....Bueno, no, mejor no me hagas el favor.
ResponderEliminarBueno, Mercedes, decídete: te hago el favor o no te lo hago. Si quieres que quedemos encadenadas, está bien...
ResponderEliminarAy, bien puede ser el comienzo de una peli de terror tipo SAW. Siento hasta el agobio...
ResponderEliminarSaludos
Sí... de terror, Chula, exactamente así debe de vivirse eso.
ResponderEliminarHas hecho dos cuentos en uno, o más, quizá. El primer párrafo me parecía una historia de amor largo y cotidino, doméstico y seguro, muy bien descrita. La sorpresa casi abofetea en el segundo párrafo: resulta que no es un cuento de amor, sino de terror.
ResponderEliminarTe felicito por saber decir tanto con tan pocas palabras.
Un beso.
Gracias, Índigo, viniendo de ti el cumplido es muy valioso.
ResponderEliminarUn beso
Ufffff, aire, por favor!!!!!
ResponderEliminarAire, sí, o viento fresco, se lo deben de decir con frecuencia el uno al otro, Orleans.
ResponderEliminar