Desde muy pequeña había tenido pájaros en la cabeza. En cuanto salía a la calle, todos los gorriones y las palomas de la plaza se precipitaban sobre ella para posarse sobre la mullida melena, llegando incluso a poner sus huevos ahí. Los padres, preocupados, decidieron llevarsela al campo donde la densidad de población de estas aves era mucho menor. Pero la niña seguía siendo reclamo para los pollos, las gallinas y hasta las ocas.
Recorrieron medio mundo en busca de un lugar donde la cabeza de su querida hijita no se llenara de pájaros, pero cada sitio resultaba ser más peligroso que el anterior. Tucanes, cacatúas, pavos reales, ruiseñores... de todo hubo en la cabeza de la pequeña, cada ave más empeñada en quedarse a vivir ahí y en hacer su nido entre los rizos de la niña (los colibríes resultaron peores que ningún otro pájaro, pues con lo pequeños que eran, acudían a cientos y quedaban irremediablemente atrapados en la melena; había que desprenderlos después uno a uno, con sumo cuidado, para no dañar sus minúsculos cuerpecitos).
Los amorosos padres no cesaron en su empeño protector. Estudiaron los mapas y las enciclopedias en busca de un rincón del mundo donde no hubiera nada alrededor, un trozo de tierra tan aislado y solitario, que la cabeza de su niñita pudiera estar a salvo de todo.
Así fue cómo llegaron por fin al desierto, donde los avestruces.
ammm pobres avestruces, puestos en fila porque sólo podían subírsele a la cabeza de uno en uno...
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qué chulada de cuento
me ha recordado tu comentario en "creatividadquiendijomiedo", cuando nos instruías sobre crear partiendo de una frase hecha. Este es un ejemplo genial.
Feliz Pascua, señorita.
Y este beso
Por tu culpa yo me imagino ahora a los padres con un expendedor de turnos, pidiendo que respeten el orden y gritado "Siguiente!". Qué cosas me haces pensar, AlmenitA
ResponderEliminarUn beso (y que sigas disfrutando del magnífico puente vacacionero)
jajajaja loquilla
ResponderEliminary ahora yo me parto de risa imaginándolo
ufff
Jajaja, y así nos podríamos liar... qué peligro el rayarse a dos. ¿Quién necesita sustancias?
ResponderEliminarUn beso
jajaja. Me ha encantado.
ResponderEliminarYo conozco a una que tuvo toda la vida la cabeza así...
Besitosss
No sé por qué acabo de asociar la cabeza llena de pájaros, las avestruces y la (jodía) Pedagogía Sistémica. ¿Será porque estoy de la susodicha hasta los pelos? Séralo, muy guapamente.
ResponderEliminarLuz, yo conozco dos, jajajaja.
ResponderEliminarBesssos dominguerosss
Mármara, jaja, me tienes traumatizada con la Pedagogía Sistémica. Nunca más podré pensar en avestruces (cosa que hago casi a diario) sin relacionarla con la susodicha.
Me alegro muchísimo por la protagonista de tu fantástica historia que la frase hecha no fuera "tener diplodocus en la cabeza".
ResponderEliminarUf, Mercedes, eso sería una irresponsabilidad por parte de los hacedores de frases. Creo que deben de tener algún tipo de código deontológico al al respecto.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el cuento Anca. Madre... hay algunas que vayan donde vayan siempre tendrán pájaros en la cabeza (y más vale pájaro en mano que ciento volando ya sabes...)
ResponderEliminarSi es que la que ha nacido así, no tiene escapatoria vaya donde vaya.
ResponderEliminarUn beso
¡Oh,aMINUSCULa qué blog, cuánto voy a disfrutar paseando por aquí!
ResponderEliminarGracias, Chusdb! Pronto te hago una visita también
ResponderEliminarMenos mal que a los padres no se les ocurrio llevar a la niña a zonas montañosas, se imaginan esa cabecita con un par de condores encima?...
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